¿POR QUÉ UN EMPRESARIO ESCRIBE SOBRE EDUCACIÓN?
- Christian Eulerich
- 7 nov 2024
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 3 abr
Soy industrial, empresario, inversionista y hace tiempo que me pregunto por lo establecido. Mercados y Gobiernos que no funcionan; no garantizan la Dignidad Humana hace demasiado. ¿Estamos dispuestos a revisar nuestras prácticas? Con este escrito propongo asuntos que emergen con mi rol económico. Quiero tratarlos de una vez por todas, distinto.

Me falta poco para terminar un nuevo libro. Pensar y escribir me permitió descubrir la magnitud de la Economía en la vida de las personas, reconocer los vínculos de la Educación con la Economía se convirtió en algo incómodo. Estoy pensando titularlo: ¿POR QUÉ UN EMPRESARIO ESCRIBE SOBRE EDUCACIÓN?
¿Por qué es tan difícil encontrar espacios para conversar sobre asuntos que permiten ver a la Economía como algo también incómodo, perjudicial, injusto? ¿Qué involucra esta actividad global, que evitamos tratarla desde los roles y lugares que algunos conseguimos, heredamos, dirigimos? ¿Por qué seguimos viviendo según fallidos enunciados económicos, políticos y desarrollistas? ¿De que forma estamos (algunos) asociados al no-progreso que más tarde otros acusan a la Educación y nuestra Democracia?
Hay tantas dudas que conversar, sospechas que visibilizar, fracasos que tratar, pero nada ocurre. Conozco a varios practicantes, consultores que saben de lo que hablo, pero sus aportes deben mantenerse graduales, en explicaciones tremendamente políticas y correctas para algunos. No hay de otra que insinuar la realidad, delicadamente; deben ser incremental, visibilizando lo mínimo posible para que sea aceptado y se continue haciendo el trabajo, un futuro mejor.
Conozco la condescendencia, pues también fui un «cliente especial» de ellas y ellos, sin embargo hoy intento ser consciente de mis responsabilidades y por eso estoy avergonzado de no haber permitido lo que debieron decirme.
¿Cómo te animas a decir esto? ¿Será que les agradaría leer a los ciento de miles de consultores trabajando y tragando su día a día?
Creo que esta es la parte de mi proceso que hacia afuera no es bien visto, no lo sé. Lo que sí sé es que esto marcó el inicio de una búsqueda dentro mío. Fue reconocer los años que evité mirarme al espejo, verme reflejado en mis formas de comprender y distinguir el mundo, creencias y desiciones que nunca fueron inocentes. Esto empecé a describir en el libro Sentir en el Trabajo (2022) y ahora continúo, pues las sorpresas no acaban; mi ser empresario ahora me arrostra que estuve vinculado necesariamente con el desarrollo moral de las personas que me acompañaron y esto como parte fundamental de la Educación que produzco diariamente. Aludo a mis relaciones asociadas a mis conductas desde discursos y modas dominantes del management, modelos productivos y organizacionales bienintencionados, pero con consecuencias directas sobre la Educación. Esto ha sido revelador, a la vez doloroso para mí.
Lo sorprendente de esto es, que nuestras perdidas, la impuntualidad, mi desprevenido cuidado de la salud mental, la falta de innovación, la ineficiencia y tantos otros aspectos perseguidos con las funciones de gerente, siempre estuvieron determinados por mi conducta, mis creencias, lo que yo creía de mí; un fenómeno social nunca antes compartido así conmigo.
El sentido que puedan encontrar leyendo este libro estará asociado al privilegio que muy pocas personas tenemos de elegir cuestionar nuestras creencias. Preguntarnos por el porqué de nuestras desiciones cotidianas mientras articulamos el Progreso. Esta obra es apenas una propuesta de revisión de la palabra Educación, elaborada ingenuamente por un neófito; no pertenezco a las ciencias sociales, pero hace algunos años aprendí a reconocer su valor, darle importancia y dimensionar su ausencia total en la Economía. Voy estar refiriéndome al concepto Educación, manoseado en foros, redes, eventos, opiniones, entrevistas y otros espacios donde opinan intensamente sobre ella, adjudicándole un rezago respecto a las tecnologías, los avances, la globalización que no acompañan.
Este es solamente mi parecer, me refiero al conjunto de significados que los hispanohablantes hemos construido sobre el funcionamiento de este proceso social-relacional, la Educación, nuestra forma de ser con otros. Tal vez los practicantes de las ciencias sociales estén exentos de este embrollo, de esta perspectiva mía y confusa. Lo que sé son las implicancias, los efectos del actual manejo conceptual que tenemos el 99% de las personas que no provenimos de ese mundo.
No sé si los sociólogos, pedagogos y otros expertos de las ciencias sociales saben, que en el ámbito económico se juzga directamente a la Educación. Se le acusa de no fomentar ni permitir actitudes y aptitudes que las tecnologías, la producción, la globalidad hace años requiere para los desafíos del futuro. Quienes de oficio lo hacen piden la transformación inmediata de la Educación, acto seguido apuntan al gobierno de turno, luego a la institución pública involucrada, algo que vengo escuchando hace tiempo y de distintos referentes de mi sector. Lo hacen junto a diversos actores sociales de mi país y los infaltables medios de comunicación, quiénes se suman y denuncian prácticas negligentes en el Ministerio de Educación.
Empecé a preguntar el «porqué» de esta conducta en nosotros. ¿Será que juzgamos a la Educación, pensando en la Formación de los jóvenes?, digo la transferencia de conocimientos, clara responsabilidad de escuelas, docentes y los planes de estudios asociados. Será que al mismo tiempo, las mismas personas también piensan en la Educación que traemos del hogar, porque no saben que en ese lugar apenas se inicia le proceso, uno que continua de por vida. Entonces, ¿qué exactamente pretenden mis colegas de la transformación en la Educación?, porque educar y formar son cosas muy distintas para mí.
¿Quiénes educan y quiénes forman en los países?, Christian.
Nos guste o no, la Educación involucra un proceso íntimo e involuntario del ser humano, inherente a la misma convivencia que producimos, cien por ciento evolutiva de nuestro devenir estando, teniendo, siendo y haciendo cosas con otros. Lo social es algo hecho por todos sin ser necesariamente producido por «un» alguien; es historia que nos antecede y la acumulamos, la internalizamos con el correr del tiempo y como tal es inabarcable, incontrolable. Es decir, ¿se trata entonces de una denuncia contra ellos mismos y todos nosotros? Para mí es extraño y confuso.

Empecé a preguntar a estos referentes y me alegaron con total seguridad, que lo impartido en aulas públicas es el problema. Es mediocre, insuficiente, incluso involutivo para el futuro de los niños y jóvenes en la región. Seguidamente consulté: ¿te referís a la Formación o la Educación? Es lo mismo, me dijeron. En el mismo sistema de pensamiento los mismos personajes –a veces hasta irónicamente– se refirieron a conductas y a la no tenencia de conocimientos. Y casi siempre los asociaron a determinados grupos, clases sociales. Un empresario argentino, por ejemplo, quiso convencerme que este tipo de gente es la que arruina a la Argentina. Sería algo así como que ya nacen ignorantes, mediocres y esto lo que les anula como personas con quienes él podría construir algo serio, valioso, rentable, esperanzador para su país. El desorden, el pésimo cuidado del dinero, el tener muchos hijos, la impuntualidad con la que vive esta gente, la deshonestidad ya es parte de su ADN. Que fuerte fue oír esto cuando se recrea en la sicología evolutiva, la neurociencia, lo que hoy sabemos de la epigenética (rama de la biología que estudia los cambios en la actividad y expresión de los genes que no implican alteraciones en la secuencia del ADN).
En el libro intento desmitificar este asunto; la conducta que la Economía requiere para avanzar y lo que argentinos, paraguayos, brasileños creemos de las escuelas públicas y privadas. ¿Es una cuestión de Formación o lo que no gusta son ya consecuencia de nuestra una Educación sedimentada? ¿O son ambas cosas dentro de una sola palabra? Por supuesto que desde el inicio me han pedido que acuda al diccionario, a su repertorio de términos y significados. Lo hice y a ciencia cierta, para mí es presunta la claridad que el léxico ofrece respecto al concepto Educación, al menos en mi lengua materna. Lo interesante de esto es que compartí mis dudas con algunos practicantes de la Educación y sus modales fueron revelador de nuestra idiosincrasia, mucha atención tampoco me prestaron.
¿Por qué así?
Tal vez fueron nuestras costumbres junto a nuestra lengua y el correr del tiempo lo que produjo las connotaciones que hoy tiene la palabra para mí equívoca, al menos cuando la utilizamos para posicionarla como el tuétano de algunos planes fallidos y haciendo hincapié a inmensas minorías. Este se ha convertido lastimosamente en el relato preferido, el que ha tomado fuerza y lugar en nuestra comprensión cotidiana, nuestro saber colectivo sobre lo que nos falta como nación: Educación. Y a partir de este embrollo, públicamente exigimos a terceros lo que siempre ha dependido de cada uno de nosotros.
Christian, no estás entendiendo y nuevamente con tus ensaladas mentales. Lo que nosotros esperamos especialmente de las escuelas públicas es que los jóvenes mejoren sus competencias y habilidades en lectura comprensiva, matemáticas y ciencias, nada más. Esto es lo que necesitamos para enfrentar los retos reales de vida, lo dice la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OECD. Solamente así podremos dar el salto cuántico en su famosa evaluación internacional de estudiantes de 16 años, PISA. Creo que no sabés de lo que hablás y creés que por tener un título de ingeniero, podés opinar de la Educación que es mi profesión.
No domino la materia, solo traigo experiencias, contextos productivos reales, saberes que tal vez puedan colaborar para descentrar, desfijar teorías que siguen sosteniendo a esta palabra como un proceso estable, claro, determinado. Y junto a esta presunta certeza, se invisibiliza inmensas irresponsabilidades y en especial la nuestra, la Economía, otra ciencia social
Necesito ayuda para terminar con el fetiche de las Escuelas Públicas como excusa preferida para lo que no se logra como Nación. El libro trata sobre la actual comprensión impuesta desde nuestra formación lingüística y las teorías que emergieron. También las acepciones en el diccionario, que lleva a cualquier hispanohablante a comprender las funciones y responsabilidades de determinados actores de la manera que hoy lo hacemos. Y para empeorar aún más el escenario, porque la Economía opina sin antes preguntar, hoy tenemos un disgusto con justa causa de los trabajadores de la Formación, docentes a quienes alegremente se les responsabiliza de nuestra mala Educación.
Nos gusten o no, nuestros negocios cotidianos coordinan elementos claves para la Educación de la nuestra gente, porque la economía atraviesa la existencia humana, sus relaciones. Pido respetuosamente a los expertos en Educación leer este material, pues podría permitirles acceder a lugares del relacionamiento laboral, los cuales sospecho ustedes no tienen acceso ni los privilegios para visibilizarlos. Aunque tampoco estén exentos de la imposición y los maltratos de la maquina desarrollista.
Esta es mi humilde contribución. Soy un ciudadano que se pregunta por nuestras carencias regionales.
Christian, ¿cómo puedo saber en qué creer? Porque lo tuyo es raro y encontré información que desmiente lo que decís.
Máximo, no se trata que yo tenga la verdad, sino que hagamos cosas que funcionen para todos. Solo eso.
Apenas termine de editar el borrador, estaré invitando a ustedes al lanzamiento. Aquí un 🔗 enlace para registrarse para el lanzamiento del libro y recibir otros posteos del Blog.
Christian Eulerich
PD: Esta es solo mi opinión. Hay temas que, al conversarlos, movilizan nuestras ideologías y nuestras creencias de vida más profundas. Por eso, mis escritos están asociados a la dificultad de plantear lo incómodo de la economía en el contexto de mi entorno socioeconómico. Encontrar personas dispuestas a abordar estos temas no es sencillo. Valoro que me hayas leído.
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